Anatomía de las vías dolorosas
Las fibras de pequeño calibre mielinizadas (Ad)
transmiten con rapidez las señales de dolor con localización precisa. De
otro lado, las fibras no mielinizadas C (que constituyen el 80% en los
nervios periféricos), conducen más lentamente la sensación dolorosa
menos clara y localizable.
Como se observa en la figura 1, las fibras aferentes periféricas tienen
sus núcleos en los ganglios de las raíces dorsales y proyectan sus
prolongaciones por las columnas dorsales hacia estructuras del sistema
nervioso central a través de los haces espinotalámicos, de los cuales, a
su vez, derivan conecciones a la corteza cerebral. El tálamo es un sitio
de gran importancia en la recepción, transmisión y discriminación del
dolor y alteraciones en su estructura son causa de dolor central.

Figura 1. Las aferencias dolorosas están constituidas por fibras Ad
rápidas y mielinizadas y fibras C amielínicas y lentas que llevan la
información hacia el tálamo, luego de recibir información moduladora
en la médula espinal.
Entre los neurotransmisores encargados del estímulo doloroso
encontramos sustancias liberadas desde el tejido alterado como
histamina, bradicinina y leucotrienos, así como sustancias contenidas en
los nervios aferentes (somatostatina, sustancia P y péptido relacionado
con el gen de la calcitonina), y aminas, entre ellas norepinefrina,
serotonina además de neuromoduladores como encefalinas o
endorfinas cuya activación conduce a la transmisión y modulación de la
sensación dolorosa. Por ejemplo, el GABA, un neurotransmisor de
tipo inhibidor así como las sustancias que tienen acción agonista han
demostrado, posiblemente mediante su modulación, tener un efecto
analgésico.